Cuando hablamos de Autocuidado, hablamos mucho más allá de ir a hacernos las manos o de recibir un masaje ocasionalmente.
Mientras estos son algunos ejemplos de lo que implica tomar tiempo para uno mismo, realmente cuidar y nutrir todos los niveles de nuestro ser es mucho más que eso.
El autocuidado es una actividad que te nutre y te recarga a un nivel profundo y por eso tiene que ser holístico: cuerpo, mente y espíritu.
No se trata sólo de cuidar nuestro físico, sino también nuestras necesidades mentales, emocionales y espirituales.
Desarrollar el hábito de autocuidado requiere tiempo y compromiso, y aunque no es necesario que nos lleve horas, sí hay que dedicarle un rato al día.
Pero el autocuidado es también bioindividual: lo que para una persona puede llevar a la calma y al relax, para otra puede no serlo.
Es por eso que cada uno tiene ir descubriendo que es lo que le funciona y de qué manera lo puede sostener en el tiempo.
¿Por dónde empezar?
No es cuestión de comenzar por todas las rutinas a la vez. Lo aconsejable es comenzar de a poco y disfrutar cada pequeña práctica que se vaya incorporando.

Algunas prácticas para cultivar en el día a día
Autocuidado mental #1:
Practicar la conciencia plena: concéntrate únicamente en donde estás, poniendo atención plena en lo que estás haciendo. Las prácticas de consciencia plena ayudan a disminuir el estrés, la ansiedad y mejoran la concentración.
Detox electrónico: dejar redes y hacer un descanso electrónico y de "pantallas".
Pasar tiempo de calidad con una mascota: el conectar con una mascota nos ayuda a nuestro bienestar físico y emocional.
Actividades que desarrollen la creatividad: bailar, dibujar, colorear, pintar, coser, etc.
Autocuidado físico #2:
Mantenerse hidratado: El no estar lo suficientemente hidratado puede causar desde dolores de cabeza hasta cansancio, aumento de peso y ansiedad ( tener en cuenta que muchas veces confundimos la sed con hambre)
Priorizar el sueño y el descanso: el dormir lo suficiente nos permite tener una mejor recuperación de todo el desgaste durante el día y recobrar la energía nuevamente.
Contacto con la naturaleza: recibir la dosis de vitamina D necesaria que nos mejora el ánimo y alivia el estrés.
Movimiento consciente: el movernos, realizar actividad física nos beneficia en el sentido físico y también mental. Nos ayuda a mantenernos sanos, las "hormonas de la felicidad" se nos despiertan y nos sentimos más felices.
Autocuidado espiritual #3:
Meditar: no es necesario realizar largas meditaciones, con unos minutos de paz y calma mental podemos mejorar la concentración mental, aumentar la productividad y reducir la sensación de estrés y ansiedad.
Afirmaciones positivas: cultivar un dialogo amoroso y de aliento en nuestro día a día, nos ayuda a desarrollar un pensamiento positivo y conectar con la abundancia. Algunas afirmaciones: “lo estás haciendo bien”, “qué bien lo hiciste” “lo que siento importa” “yo voy a poder con esto”, entre otras afirmaciones.
Practicar la solidaridad y apoyo a la comunidad: ayudar en pequeñas acciones a otros tienen un gran impacto en nosotros mismos, nos fortalece en nuestra autoestima y también nos ayuda a desarrollar la empatía.
Autocuidado emocional #4
Pedir ayuda y consultar con un profesional de la salud cuando sentimos que no podemos con todo, que nos sentimos abrumados o simplemente necesitamos una guía y acompañamiento.
Escribir los pensamientos y emociones en un diario: tanto las negativas como las positivas. Eso nos ayuda a poner más consciencia, a identificarlas más fácilmente y a canalizar mejor lo que sentimos.
Cultivar las relaciones positivas: rodearse de personas que nos nutran y vibren con nosotros.
Abrazar a tu niñ@ interior: hablale a ese niñ@ de la infancia con cariño y preguntale qué aventuras le quedan por hacer o le gustaría descubrir.
Tips para sostener una rutina de autocuidado
Explorá tu bioindividualidad lo que mejor funciona para ti en este momento, reconociendo que esto puede cambiar.
Procurá sincronizar tu mente, cuerpo y alma, preguntándote lo que necesitas cada día.
Establecé una rutina diaria: tratá de asignar en el día/semana, los horarios que vas a dedicarle a las prácticas del autocuidado y expresá tus necesidades a los que te rodean, para que estén al tanto y te ayuden a estar más presente y en conexión con tu autocuidado.
Preguntáte qué es lo que realmente necesitas y sentís varias veces en el día, conectá con eso y actuá en consecuencia de forma consciente.
Desarrollá la capacidad de decir “no” y poner límites: el decir "no" puede parecer egoísta, pero es uno de los actos más amorosos del autocuidado. Si las cosas se dicen de forma respetuosa y amable es lo más honesto que uno puede hacer cuando algo no está en concordancia con lo que sentimos.
Practicar la compasión con uno mismo y con los demás: cuando las cosas no salen como esperábamos, no juzgarnos, sino ubicarnos en un lugar de aprendizaje y oportunidad de desarrollo personal.
Te animo a que los pongas en prácticas y veas los beneficios en tu día a día.
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