¿Sentiste alguna vez que estás haciendo malabares con mil cosas a la vez durante el día sin posibilidad de estar presente?
Este sentimiento es una constante en el día a día, llegando a los niveles de estrés más altos en nuestra sociedad y con trastornos de ansiedad y depresión cada vez mayores.
Entonces ¿qué podemos hacer para cambiar el estilo de vida acelerado en el que vivimos?
La respuesta es adoptar un estilo de vida más lento: #slowliving.
Se trata simplemente de conocer y apreciar las cosas que te rodean y planificar tu vida de manera que tengas tiempo para disfrutarla de forma consciente.
Un estilo de vida lento es la antítesis del ritmo caótico y dinámico en el que vivimos.
Se trata de enfocarte en vivir el presente, ser consciente de tus pensamientos, adoptar hábitos alimenticios saludables, mover tu cuerpo y encontrar alegría en las cosas cotidianas.
Al adoptar un estilo de vida “lento”, podemos transformar nuestra forma de pensar, movernos, comer y vivir.
Pero ¿qué implica realmente?
Momento presente.
Un aspecto importante del #slowliving es tomar las cosas como vienen y concentrarse en vivir el presente. No tiene sentido anticipar lo que sucederá en el futuro si eso implica el estar preocupándose continuamente. Esa actitud solo tiende a alejarnos del momento más importante, el aquí y ahora y nos nos permite cuidarnos.
Detenerse y bajar el ritmo
Tomar un enfoque más lento para todo lo que se hace. Esto no implica tomarse el doble de tiempo al hacer algo, simplemente significa no hacerlo de forma automática, apresurada y sintiendo la presión innecesaria para terminar las cosas rápidamente para pasar a lo siguiente. Es importante concentrarse en lo que se está haciendo y adoptar un enfoque relajado en cada acción que se realice.
Conectar con otros, con la comunidad y cuidar las relaciones personales
Tener una conexión real con el otro, con nuestros seres queridos, con nuestra comunidad y comunicarnos de forma personal y cara a cara. Facilitar los encuentros, valorarlos, con escucha atenta y comunicación abierta.
Comida slow #Slowfood
Tomarse un momento para disfrutar de una comida, ya sea solo o con nuestros seres queridos, ha sido parte de nuestra cultura durante siglos.
Pero con la “era digital”, de a poco nos fuimos desconectando por completo del arte de disfrutar una comida y nuestros "dispositivos digitales" tomaron el control y nos distrajeron de estar completamente presentes en el acto de comer.
Para evitar que esto suceda, es importante tomar conexión con lo que estamos comiendo, que el momento de comer sea estando presente y que la comida sea un momento sagrado en el que disfrutes.
Cocinar nuestra comida, comida casera
Involucrarnos en la cocina de nuestros propios alimentos, eso también es un placer en sí mismo. Nos ayuda a valorar más lo que comemos y bajar los ritmos acelerados del día a día.
También como buena práctica es el planificar para toda la semana nuestras comidas, para así tener tiempo para disfrutar de la comida y no tener que recurrir a alimentos comprados y procesados.
También implica consumir alimentos sanos, locales, de temporada y preferiblemente ecológicos.
La alimentación como una parte fundamental de nuestra salud y de nuestra felicidad, además del origen mismo de toda esta forma de pensar slow.
Movimiento slow: meditación, mindfulness, yoga y reflexión
Cuando estamos ocupados corriendo constantemente, obligamos a nuestro cuerpo a producir cortisol, la hormona del estrés, para mantenernos funcionando con adrenalina.
Este estrés constante al que sometemos a nuestro cuerpo, provoca envejecimiento prematuro, depresión, estrés crónico y fatiga.
Para evitar que el estrés forme parte de nuestra vida, podemos sumar prácticas relajantes como la atención plena, la meditación, mindfulness, el yoga y caminar en contacto con la naturaleza. Si bien hacer ejercicio es esencial, también es importante equilibrar el entrenamiento de alta intensidad con prácticas relajantes, para permitir que el cuerpo se recupere y se revitalice. Practicar el movimiento consciente cuando realizamos actividad física es fundamental.
Evitar el consumismo, deshacerse de lo innecesario
Una vida slow es analizar también cómo vivimos y pensar en qué es lo que realmente nos hace felices. Si lo hacemos, raramente vamos a encontrar que lo material es lo más importante.
Por eso la importancia de ser consumidores conscientes y responsables y a deshacernos de lo que no necesitamos, entendiendo que estas cosas no nos llenan como personas, no nos hacen felices y podemos prescindir de ellas y también ayudamos a generan un menor impacto ambiental por el excesivo consumo.
Revalorar el consumo local, los comercios pequeños y locales, antes que las grandes industrias o cadenas comerciales.
Orden y planificación
Tener espacios ordenados en nuestra casa también nos ayuda a estar mas relajados y tranquilos y se refleja en un mayor orden en nuestra vida.
Cuanto más planificados estemos más tiempo vamos a tener para nosotros mismos.
Al planificar también es importante manejar metas realizables y tener un plan flexible para poder tener en cuenta imprevistos.
Reservar tiempo para recargar energía, para las cosas que nos gustan y contemplar las actividades de autocuidado en la planificación.
El saber decir que NO también es parte importante de la práctica del #slowliving y es un hábito que nos ayuda a estar más en conexión con nuestras necesidades, siendo coherentes con nosotros mismos.
Como verás, practicar la alimentación consciente, disfrutar la comida, estar tiempo al aire libre, practicar deportes, pasar tiempo de calidad con los seres queridos y enfocarse siempre en los aspectos positivos de la vida forma parte de las prácticas del #slowliving.
Sin duda, un estilo de vida slow mejora tu salud y bienestar y parecería ser el camino para tener salud y bienestar a largo plazo.
Todos podemos implementar estos cambios positivos para mejorar nuestra calidad de vida.
¿Te sumás al estilo de vida lento?
Te invito a incorporar alguna de estas prácticas en tu día a día y registrar los beneficios de ellas en tu bienestar emocional y físico.
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